Bienvenido a esta tercera sesión del Camino del instructor de Mindfulness y meditación.
Quizá ya te está picando el gusanillo de ir un paso más allá y de querer integrar esto en tu vida y como parte de tu trabajo, ya sea parcial o incluso total en algún momento si así lo deseas.
También quizá tu mente te esté lanzando ciertos pensamientos como que aún te falta mucho, que tú no eres como esos maestros que lo hace, que aún tienen muchas cosas internas que gestionar como para poder enseñar a alguien…
Y hoy quiero hablarte de la realidad de cómo comenzamos, ya que al igual que un pianista no es absolutamente diestro en su primer concierto, ni un médico absolutamente profesional la primera vez que atiende a un paciente…
Recuerdo por cierto el primer día que di terapia. El primer día que alguien picó a mi puerta, abrí e iba a pagarme 60€ por 1h. ¡Y tenía que irse satisfecho de haberlo pagado, claro! ¡y tenía que servirle lo que le decía de cara a su objetivo! Obviamente que tenía mucho aún por aprender ¿verdad?
Recuerdo que además, el mentor que yo tenía por aquel entonces que estuvo un año conmigo enseñándome Terapia de Aceptación y Compromiso, corrigiéndome, comentando casos para mejorar, etc, me había pasado un caso ciertamente complejo con mucho sufrimiento y trauma acumulado.
Yo le dije: ¿Cómo voy a ser capaz yo de ayudar a alguien así con tanta historia detrás?
A lo que me respondió algo así como:
-Alba, no tengas la menor duda de que puedes ayudarle más que un psicólogo que lleve 30 años ejerciendo. Tienes mucho conocimiento pero eso no es lo más importante. La vocación y el respeto a cada persona que atiendes, sí lo es. El grado en el que te implicas y esfuerzas para ayudar a esa persona con una adecuada intervención, seguramente no lo vaya a hacer un psicólogo que lleva 30 años y casi sin querer ve a pacientes como rosquillas así que se ha desconectado de su amor por la profesión. Puedes pensar que esa persona es realmente afortunada porque vaya a atenderle alguien con la dedicación que tú lo harás.
La verdad, ¡Fue mano de santo ese comentario! Me di cuenta de que era verdad y poco a poco mi experiencia me fue corroborando a través de los logros terapéuticos, que sí era cierto.
La motivación, la actitud, el amor que se pone en los procesos… siempre y cuando tengas una base fuerte y sólida de conocimiento y experiencia interna, lo tienes todo.
Y de ahí, ya con el tiempo, va viniendo la experiencia externa que va en el propio rodaje de la profesión.
Recuerdo una anécdota que contó un día Sharon Salzberg, de cuando empezó a enseñar meditación en EEUU, que estaba en un curso al que había asistido Ajahn Chah (un mundialmente reconocido maestro de meditación oriental). Sharon estaba comenzando a enseñar. Y en un paseo Ajahn le preguntó:
-¿Por qué eres capaz de enseñar? ¿Has trascendido ya todas tus emociones y creencias?
(Esto viene a significar que si ya te has iluminado, vaya.)
Sharon respondió:
-Definitivamente no. Pero en mi vida llevo mucho trabajo interior con sufrimientos en sus diferentes emociones y pensamientos, conozco sus funcionamientos y sé cuál es la salida a esas dinámicas. Estoy en ellas.
-Bueno, está claro que es un buen punto desde el cual partir. – Dijo Chah.
Lo que quiero decir con esto es que nadie comienza a guiar un grupo de mindfulness siendo ya un resultado perfecto.
Eso no va a ocurrir porque somos eternos aprendices y no somos instructores como representación de un estado último alcanzado, sino como personas que estamos en el camino con nuestras propias vivencias al igual que los demás PERO comprometidos en observarlas, tratarlas y gestionarlas a corazón abierto con todo lo que el dharma ha enseñado a través del mindfulness.
Somos inseparables de nuestra historia y además cuanto más meditamos más vamos viendo claramente nuestras luces y sombras. Tenemos nuestras heridas emocionales de algunas etapas de nuestra vida, tenemos quizá ciertos prejuicios, tendencias de personalidad evitativas, o adictivas, o ansiosas, u obsesivas… podemos tender a la rigidez, o al caos… tener tendencia al miedo, o al desenfreno, o a la culpa…
En fin ¡que somos un cuadro! ¡Todos un cuadro!
Un cuadro hermoso que muestra la infinidad de formas en las que la vida se da, todos expresando eso de diferentes formas pero siendo más lo que nos une que lo que nos separa porque todos estamos en el mismo barco.
Cuando nosotros mismos aprendemos a vivirnos así a cada instante y no tratar de ser algo que no somos, vamos sanando nuestras sombras y viviendo a corazón abierto, integrando el mindfulness en cada instante.
Tratar de ser un gurú o alguien absolutamente ejemplar solo te pone más rigidez, te aleja de la sensación de unidad con el resto de personas, abre la brecha de “distancia” y te aleja a ti de ti mismo porque hay una máscara por el medio. Innecesaria y no adecuada para un instructor de mindfulness.
Como Tara Brach enseña, el camino del instructor de Mindfulness es un camino de sentirnos uno con los demás. Borrar la separación entre los otros y yo. Sentirnos más y más parte de la vida, de los demás como seres humanos, y menos en el propio ego que se siente separado e importante y desde ahí alimenta su sufrimiento.
Como instructores hemos de detectar de qué formas creamos este tipo de distancia, e ir sanando este tipo de división a través de cómo nos tratamos a nosotros mismos y a los demás. Cuando vamos haciendo este trabajo interior más podremos ayudar a los alumnos a que ellos mismos aprendan a relacionarse con intimidad, apertura y amor hacia si mismos con su historia, sus experiencias y también con las personas que les rodean.
Esta no aceptación, falta de intimidad hacia nosotros, y ausencia de corazón abierto se expresa en todos a través de conductas que buscan llenar un vacío y la sensación de separación. Por ejemplo: relaciones tóxicas, abuso de drogas, de tecnología o redes sociales, trastornos alimentarios, conductas obsesivas…
Las enseñanzas del dharma y la práctica del mindfulness se ponen al frente como guía para ir sanando poco a poco esas tendencias y no caer presos del perfeccionismo, bloqueos, autosabotajes o miedos.
Lo más importante es, como me decía mi maestro, la motivación con la que haces las cosas. Hacerlo siempre lo mejor que puedas en este instante. Tener siempre los métodos y las enseñanzas al frente y transmitir las enseñanzas y prácticas desde la motivación de poder ser de ayuda.
Esa motivación te evitará caer presa de los juegos del ego, la soberbia, el perfeccionismo, el pretender algo, el fingir ser o sentir de una forma que no eres o sientes al menos ahora…
Y obviamente desde esa motivación siempre darás lo mejor de ti, te formarás todo lo que puedas, te empaparás de la sabiduría de personas que te inspiren, profundizarás en la práctica y gracias a eso tu desarrollo será rápido y adecuado sin duda ninguna. Y más podrás ayudar a otros.
Pero es importante comprender que todo lo que hagamos no va de “nosotros mismos”. No estamos en una carrera a ser un gurú famoso o un influencer del que todos conozcan su nombre y apellidos.
Aún todos conociendo el nombre de Kabat-Zinn, él mismo dice que ni inventó el mindfulness ni “nada del mindfulness va de Kabat-Zinn”.
Va del dharma. Y él, queriendo ayudar en contextos hospitalarios y occidentales hizo lo que pudo para que el dharma beneficiara a personas con diferentes religiones, creencias o situaciones físicas y mentales. Así mismo lo expresa él, bien clarito.
No va de ser nada. No tenemos que ser nada. Va de las propias enseñanzas que transmitimos ¡y ya es bastante!
Démonos el gusto de dejar fuera del juego la carrera del ego y permitámonos vivir a corazón abierto, simplemente comprometidos con poner al frente unos métodos que nos ayudarán hasta niveles insospechados y también nos harán ser de la mejor ayuda para otros.
Ya por poner en puntos más visuales, de esto que estamos comentando y de vivir a corazón abierto el ser quien somos, como somos y desde ahí hacer nuestros procesos y enseñar a que otros puedan hacer esos procesos también.
Voy a resumir principales mitos en cuanto a los instructores de mindfulness.
A ver cuáles de estos tienes por ahí dentro activos queriendo señalarte:
1)Mitos de un instructor de Mindfulness:
2) Las realidades más bien son:
Bien.
Hemos llegado al momento de bajar los conceptos y reposarlos para que calen. Ahora toca el ejercicio, el autoconocimiento y la escucha interna:
Siéntate cómodamente por favor y cierra los ojos. Haz unas respiraciones acompañándote y dejando pasar los sonidos, pensamientos y sensaciones sin evaluar nada. Vamos a dejar caer los conceptos y lo removido, como la nieve de las bolas navideñas.
Con la mente más calmada, te invito a reflexionar sobre cuáles son esas tendencias propias con las que has de tener especial consciencia para ir sanándolas y que no afecten a tus procesos de enseñanza. Juicios, tendencias de personalidad, sentimientos, hábitos…
Escríbelos en tu libreta y anota cómo podrías darte cuenta de que van a surgir, o de que han surgido, y tratarlos con apertura y cariño, pero volver a poner la visión y las enseñanzas al frente. Es decir ¿cómo podría ser el aplicar los métodos a los momentos en los que tu mismo estás expresando un dolor?¿cómo volver a la sensación de unidad y de corazón abierto?
Date unos minutos de reflexión. Escribe sobre ello y con una mano en el pecho permítete sentir que estás ahí contigo, con tu historia, pero comprometidos con un camino muy significativo de aquí en adelante donde esos conflictos y negaciones no existen. Y desde ahí… desde el resplandor que surge en los trabajos interiores, es un lugar ideal para enseñar.
De hecho Lama Ole Nydhal confía en sus estudiantes a tal punto que me ha puesto en un cargo de directora de la Fundación Camino Del Diamante de España y abriendo un centro público en Oviedo. Y no tengas la menor duda de que no soy perfecta y si me miro… me queda muuuuuuucho por trabajarme. Pero como dice Lama Ole, dentro de todos tenemos un diamante, y es frotándonos en esa experiencia que no para de cambiar y los momentos retadores, que surge el brillo interior. Y con esa experiencia es con la que enseñamos.
Esto forma parte de los ejercicios del instructor de mindfuless. Necesitamos conocernos, ver, aprender de nuestra historia y ver cómo las enseñanzas se muestran en nuestra historia.
Si te gustaría compartir tus reflexiones sobre esta sesión, estaremos deseando leerte en el grupo de Facebook de Camino.
Compartir la experiencia forma parte también de las experiencias del mindfulness.
Gracias por estar ahí.
Alba Valle, Loca Sabiduría.
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